dilluns, 10 de maig del 2010

FELIX DIES NATALIS, JO!!

"Niño, ¿por qué lloras? -dijo Wendy amablemente."

Començe l'entrada amb un fragment de Peter Pan, perquè l'altre dia va ser l'aniversari de JM Barri, ment creadora d'aquesta obra, la qual tantes vegades ens ha fet somiar.
Quan eres menut l'únic que vols és crèixer i fer les coses que fan els grans: conduir, anar-se'n tard al llit, anar de sopar amb els amics, treballar... Peter no volia res d'açò, volia ser sempre un nen per poder fer aventures i no tindre que anar a l'escola, ni treballar...
Quan ja eres "gran" l'ordre canvia, i voldries tornar a ser menut, per poder fer el que fan els nens, pensar com ells, i viure com ells: sense responsabilitats, sense temors ni patiment, amb alegria, emoció pel descobriment de les coses...( Pan)
Sé que sempre estic igual, sempre en el mateix: crèixer. Potser tinga el sindrome de Peter Pan, espere que no, però és que se m'encongeix el cor cada vegada que pense en els records que deixe enrere, en les coses que hi havien i que ara no están, en les coses que podrien ser i no son... tot això es fruit de la maduresa, aquest sentiment que no se explicar...
T'en adones del pas del temps, de que et fas gran, de que ja no podrás posar-te a jugar al parc a les 5 de la vesprada mentre berenes un entrepà de nocilla que el teu pare t'ha preparat per a tindre'l a punt a l'eixida de l'escola, de que ja no t'hauràs de preocupar de fer 5 minuts tart a classe per temor a que et possen un negatiu o telefonen a la mare.. Hi ha époques de la vida que no t'agradaria que canviare, perquè estás agust amb els amics, amb la familia...en fi... Espere que en aquest dia, els amics em tinguen a un raconet de la seua memòria i recorden tots els bons moments que em passat junts. El nombre d'anys... 19, i molts més que espere poder viure'n , i sempre tenint al cor Peter Pan, que es va negar a crèixer i va pedre la Wendy, però el que Wendy va pedre fou molt més. Wendy es va oblidar de volar.

"...Y entonces una noche se produjo la tragedia. Era primavera y ya se había acabado el cuento por esa noche y Jane estaba ya dormida en su cama. Wendy estaba sentada en el suelo, muy cerca del fuego, para poder ver mientras zurcía, pues no había ninguna otra luz en el cuarto, y mientras zurcía oyó un graznido. Entonces la ventana se abrió de un soplo como en otros tiempos y Peter se posó en el suelo.

Estaba exactamente igual que siempre y Wendy vio al momento que todavía conservaba todos sus dientes de leche. Él era un niño y ella era una persona mayor. Se acurrucó junto al fuego sin atreverse a hacer ningún movimiento, impotente y culpable, una mujer adulta.

-Hola, Wendy-dijo él, sin notar ninguna diferencia, pues estaba pensando sobre todo en sí mismo y a la escasa luz su vestido blanco podría haber sido el camisón con que la había visto por primera vez.

-Hola, Peter -replicó ella débilmente, encogiéndose todo lo posible. Algo en su interior clamaba: «Mujer, mujer, suéltame.»

-Eh, ¿dónde está John? -preguntó él, echando en falta de repente la tercera cama.

-John ya no está aquí -dijo ella con voz entrecortada. -¿Michael está dormido? -preguntó él, echando un vistazo por encima de Jane.

-Sí -respondió ella y entonces sintió que estaba siendo desleal a Jane además de a Peter.

-Ése no es Michael -dijo rápidamente, no fuera a ser castigada.

Peter miró con más atención.

-¿Chico o chica?

-Chica.

Ahora tendría que entenderlo, pero nada.

-Peter -dijo, vacilando-, ¿estás esperando que me vaya volando contigo?

-Claro, por eso he venido.

Añadió con cierta severidad:

-¿Has olvidado que hay que hacer la limpieza de primavera?

Ella sabía que era inútil decirle que se había saltado muchas limpiezas de primavera.

-No puedo ir -dijo en tono de excusa-.

Se me ha olvidado cómo volar.

-No tardo nada en volver a enseñarte.

-Oh, Peter, no malgastes el polvillo de las hadas en mí. Se había levantado y por fin lo asaltó un temor. -¿Qué pasa? -exclamó, encogiéndose.

-Voy a encender la luz -dijo ella-, y entonces lo verás.

Casi por única vez en su vida, que yo sepa, Peter se sintió asustado.

-No enciendas la luz -gritó.

Ella revolvió con las manos el pelo de aquel niño trágico. Ya no era una niña desolada por él: era una mujer adulta que sonreía por todo ello, pero con una sonrisa llorosa.

Luego encendió la luz y Peter lo vio. Soltó un grito de dolor y cuando aquel ser alto y hermoso se inclinó para cogerlo en brazos se apartó rápidamente.

-¿Qué pasa? -volvió a exclamar.

Ella tuvo que decírselo.

-Soy mayor, Peter. Tengo mucho más de veinte años. Crecí hace mucho tiempo.

-¡Prometiste que no lo harías!

-No pude evitarlo. Soy una mujer casada, Peter.

-No, no es cierto.

-Sí y esa niña de la cama es mi hija.

-No, no lo es.

Pero supuso que lo era y se acercó a la niña dormida con el puñal levantado. Naturalmente, no lo clavó. En cambio, se sentó en el suelo y se echó a llorar y Wendy no supo cómo consolarlo, aunque en tiempos podría haberlo hecho con gran facilidad. Ahora no era más que una mujer y salió corriendo de la habitación para tratar de pensar.

Peter siguió llorando y sus sollozos no tardaron en despertar a Jane. Se sentó en la cama y le picó la curiosidad al instante.

-Niño -dijo-, ¿por qué lloras?"

...