Baldomera, la tercera hija del «Pobrecito Hablador», Mariano José de Larra, inventó en 1876 la estafa piramidal que se haría famosa en distintas épocas desde entonces cuando, apretada por la necesidad, decidió pedirle una onza de oro a una vecina bajo la promesa de devolverle dos en un mes. Fue tanto el acierto y el triunfo que unos meses más tarde había estafado 22 millones de reales, que para el Madrid de la época era una cifra escalofriante. La base del imperio del financiero Madoff es exactamente la misma que la de doña Baldomera, solo que 132 años más tarde. En su caso el fraude se calcula en 37.470 millones de euros, pero no difiere sustancialmente de aquella idea de devolver lo prestado con sustanciosas ganancias. Es decir, la estafa piramidal, que algunos fijan como iniciada en la acción del estafador William Miller, en Nueva York, en 1899, o incluso en el mucho más reciente escándalo del «esquema Ponzi», de 1920, es de ascendiente hispano y mucho más antigua. La banquera del pueblo Los «faraones» de estas «grandes pirámides estrafalarias» varían en su aplicación de oferta de intereses. Ponzi ofrecía el 50% con una supuesta compraventa de sellos de cortina de humo. Miller ya había ofrecido hasta el 520%. Para los tiempos que corren Bernard Ma-doff era mucho más sutil y prudente: se limitaba a anunciar que sus fondos de inversión daban beneficios entre el 10 y el 15% al año. Con esto se cierra el círculo, porque doña Baldomera se vio obligada a convertirse en la banquera del pueblo empujada por la necesidad. Podría decirse que la culpa de todo la tuvo Amadeo de Saboya, aquel rey pusilánime que se volvió a su país de origen dejando en el paro al doctor don Carlos de Montemar, marido de la hija pequeña de Larra. Montemar era el médico de cámara de Amadeo. En marzo de 1876 se produjo la entrada triunfal de Alfonso XII en Madrid tras sus victorias sobre los carlistas. La capital tenía 300.000 almas. Soplaban aires de esperanza y prosperidad. La iniciativa privada se abría paso, como el invento doña Baldomera, que primero implantó en la calle de La Greda, hoy de Los Madrazo, junto a la calle de Alcalá. La gente hacía cola, confundiéndose los de apariencia modesta con algunos potentados frente a una casa de apariencia discreta. Allí había montado «La Caja de Imposiciones». Se admitían ingresos de metálico a cambio de un documento- recibo al 30 por ciento mensual. Si se ingresaba mil reales, le devolvían en el acto 333 y cada 30 días recibía otro tanto. Los ambiciosos ni se lo pensaban. Si alguno tenía duda, lo recibía Baldomera, que era como el escaparate de una joyería: cubierta de oro, alhajas de todas clases y, a pesar de todo, castiza, campechana y sonriente. El receloso le solía preguntar cómo era posible que pagara tan altos intereses y ella, modesta, se sentía recatada: «Ese es mi secreto. Algún día lo diré y se verá que es el huevo de Colón». El viaducto como garantía Todos los timadores hacen uso de su aplomo. También de su presencia, pero sobre todo de la confianza en la ambición de los demás. Los impositores dudaban, pero incluso aunque aquello no estaba nada claro, se resistían a dejarlo pasar. -Oiga, ¿y qué garantías da Vd? -¿En caso de quiebra? -preguntaba la banquera diletante-. En caso de quiebra no hay más garantía que el Viaducto. Ya por entonces el puente seco de la calle Segovia era el triste trampolín de los suicidas. O sea, que Baldomera, también como muchos estafadores, engañaba diciendo la verdad. Pese a la crudeza de sus palabras, el éxito del negocio hizo que tuviera que trasladar las oficinas, donde las colas se prolongaban durante horas. Hasta que la reina del fraude en la restauración borbónica fue descubierta. La «madre de los pobres» huyó con su marido el día 2 de diciembre. Sorprendentemente regresó a mediados de 1878 y, aunque parezca increíble, fue finalmente absuelta.
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2 comentaris:
no ho he llegit perque no tinc ganes jo ara... ja ho llegiré
res era dir-te que
t'estime bunyolet
Hola Arantxa, la estafa Madoff la inventaría la hija de Larra pero creo que la acepta la avaricia de los humanos. Dos no tienen algo (estafador y estafado) si uno no quiere.
¿Por qué no pones lo del homenaje a Sanchis Guarner?
Vivi
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